“Todo el éxtasis de tu vida vendrá desde tu interior” - Edith Eger -
Eduardo y yo estamos concluyendo un largo viaje lejos de casa, dos meses en otro continente.
Es el segundo año consecutivo que decidimos hacerlo, la dinámica ha sido: un mes viajando con las gemelas en familia (las hijas de Eduardo) y el otro mes en pareja.
¿Para que viajamos?
“No viajamos para escapar de la vida, viajamos para que la vida no se nos escape”.
Anónimo

Hoy de regreso a México en el avión, escuchamos algo maravilloso de Nilda Chiaraviglio que es una de nuestras grandes maestras, que nos ayudó a aterrizar esta inquietud de viajar y de movimiento, y también en su momento, esta necesidad enorme de estabilidad, de pertenencia y de ganas de regresar a casa.
Cada uno de nosotros somos como una mariposa, que volamos a la aventura de la vida, porque nos desarrollamos volando, nos engrandecemos, nos nutrimos y nos transformamos.
Así también, volver al nido, volver a la flor a fecundar, nos brinda pertenencia, estabilidad, nos alimenta para poder seguir volando. En conclusión, no se puede una sin la otra, es un equilibrio dinámico, que cada uno vamos eligiendo para seguir evolucionando.
Viajar por un periodo de tiempo largo es un riesgo y es una aventura, es poner distancia, es una pausa en acción, es decirle adiós a tu YO conocido y abrirle las puertas a tu YO por conocer.
Es adentrarte en un nuevo entorno, nuevos paisajes y colores, ingredientes, idiomas, abrirnos a nuevas verdades.
Nos ha motivado a romper con lo que creíamos saber, nos ha traído mucha humildad gracias a ver todo lo que no conocíamos y nos hace pensar en todo lo que nos falta por ver y conocer.
Hemos jugado, hemos ido lejos, cerca, el destino muchas veces no nos ha importado, pero la intención del camino sí.
“(FFT) Fucking First Times” que es un término que escuchamos de Brené Brown, y es hacer cosas nuevas, que nos ponen a prueba, que nos hacen sentir vulnerables, torpes y valientes al mismo tiempo.
Aprendimos a no enjuiciar, a no tomarnos todo tan en serio, a fluir ligeros.
Preguntamos mucho, dudamos poco, ¡nos equivocamos más! Y aprendimos, nos transformamos, y definitivamente no somos los mismos de antes.
A lo largo de nuestro viaje, aprendimos a soltar expectativas, a quedarnos sin palabras, a dejarnos sorprender.
Nuestra maleta estuvo llena todo el viaje, si, de vinos, de quesos, de ropa que según nosotros necesitábamos, nuestra maleta también estuvo perdida por 7 días y nos enseñó una palabra nueva *Sofrosina (más adelante lo compartiremos), pero sobre todo, es una maleta llena de recuerdos y de aprendizajes. También vaciamos cosas de nuestra maleta, la vaciamos de nuestras huellas en cada lugar, en las personas maravillosas que conocimos, compartimos el contenido de ella con los que íbamos conectando, vinos mexicanos, tequila, mezcal, tortillas, pero también nos compartimos como humanos, como cultura, como niños curiosos por aprender y entusiasmados porque nos conozcan también.
Aprendimos que no es tan malo ser malo, no es tan bueno ser bueno, no es tan necesario ser necesario y no es tan importante ser importante.
Nos encantó el anonimato, donde nadie te conoce, donde no tienes que competir, no tienes que demostrar, no tienes que perfeccionar ni complacer. Aprendimos a ser nosotros mismos, nos incomodó al principio, pero después ¡nos encantó!
Nuestro valor vive dentro de nuestras historias, somos valiosos en cada momento, en cualquier lugar, no importa que idioma hables, en que religión creas, que preferencias de comida tengas, todos somos seres humanos, no hombres y mujeres, no europeos y americanos, no grandes o pequeños, somos seres llenos de historias, de sabiduría, de ideas de mundos por compartir.
Aprendimos que el amor es lo más importante en la vida, que amar es pertenecer, no encajar. “Lo único que importa al final del día es el amor, para los otros, para ti mismo.” Bárbara Item. Saber que lo que hacemos afecta a otros, que la naturaleza nos habla desesperada por que la miremos, de que seamos conscientes que coexistimos con ella, no nos pertenece, todo lo que hagamos o dejemos de hacer tendrá consecuencias y si queremos vivir libres, tenemos que hacernos responsables de nuestras acciones.
Este viaje nos conectó con todos nuestros sentidos, ha sido una decisión consiente de parar el tiempo y mirar hacia adentro y dejar que nuestro cuerpo nos hable y nos de la información que necesitamos traer a nuestro consciente, ha sido reconectarnos con nosotros mismos desde el exterior hacia adentro y así dándole nuevas interpretaciones a nuestras vidas.

Lo más valioso con lo que regresamos en nuestras maletas, es saber que no somos, VAMOS SIENDO, SOMOS PROCESOS, y es una de las enseñanzas de la naturaleza, que sus procesos son como tienen que ser, no como nosotros queremos que sean, y nos enseña que nos podemos TRANSFORMAR SIN DESTRUIRNOS, y sin forzar, o sea, de manera amorosa, equilibrada y compasiva, sin prisa, pero sin pausa, en ciclos y con paciencia, (no a los putazos).
La vida es incierta, pero lo que estoy segura, es que no seré la misma llegando a casa, no volveré al ritmo, al burn out, a la carrera sin fin que no nos lleva a ningún lado y nos fatiga. Estaremos atentos para emprender el vuelo que nos nutre y engrandece, y también saber cuándo regresar a casa a echar raíz y a alimentarnos y descansar en la flor.