Emociones Parte I: Tristeza

¿Alguna vez has sentido un calor intenso en todo el cuerpo, que el corazón palpita rápidamente, sientes que te salen llamas de fuego de la cabeza? 

¿Alguna vez has sentido un nudo en la garganta tan intenso que se extiende hacia el pecho y recorre hasta tu boca, ojos, mejillas? 

¿Alguna vez has sentido que el corazón se arranca a mil por hora, un dolor extraño en el estómago, temblor en las piernas y manos? 

¿Alguna vez has sentido que una electricidad increíble recorre todo tu cuerpo sientes que tu corazón se expande, que no puedes dejar de sonreír? 

“El cuerpo ya sabe lo que la mente todavía no se enteró”

Bueno, así de NUESTRAS son nuestras emociones, ¿viste dónde se producen? ¡En nuestro cuerpo! En nuestro torrente sanguíneo, se sienten en diferentes partes de todo nuestro sistema. 

Él no expresar nuestras emociones puede acumular muchos bloqueos e incluso síntomas. Cada emoción tiene una función adaptativa, si no nos la permitimos sentir, perdemos la función que esta emoción tiene para ofrecernos. Son como correos electrónicos que llegan a darnos un mensaje de contenido tan valioso como oro puro para nuestros procesos y caminos de evolución.

Hace unas semanas, Eduardo y yo nos preparábamos para un viaje a San Francisco, para visitar a mi hermano que vive allá desde hace algunos años, y no nos habíamos visto desde hace dos años. Durante esos días de preparación para el viaje, estuve tan “ocupada” con mil pendientes, tareas, compromisos y me desconecté por completo de mis emociones, sentía en el fondo ahí lejos de la vida cotidiana, una sensación de nostalgia, combinada con anhelo y alegría, y por ratitos les permitía aparecerse, después, a seguir a la "vida ocupada."

El día que viajamos a SF, antes de aterrizar, me imaginaba abrazando a mi hermano Dany y llorar de emoción, justo esas emociones que ya había percibido los días anteriores, se empezaban a intensificar por ratitos.

Después de dos años de hablar solamente por teléfono, mensajes, redes sociales. El momento del encuentro fue un poco apresurado porque nos recogieron él y su novia del aeropuerto, así que nos vimos, nos abrazamos por uno segundos, subimos las maletas y nos subimos rápidamente al carro.

Durante esos días con Dany, yo me enfoqué en disfrutar cada minuto con Eduardo, Cara la novia de Dany, la ciudad, la comida, su departamento tan lindo! Los cafecitos de las mañanas, las caminatas largas por las calles empinadas, las pláticas increíbles de la vida… 

En uno de los días lluviosos, nos encontramos con una cafetería/librería, y yo encontré un libro que no pude resistirme, es sobre practicar la consciencia del presente (Mindfulness) a travez de dibujar bocetos, que a su vez te ayuda a bajarle al perfeccionismo, entonces era el libro perfecto para mi!!!! Compré una libretita para mis dibujos, marcadores y acuarelas.

Y Dany y Cara me regalaron también un libro para dibujar con acuarelas. San Francisco es sumamente inspirador.

Normalmente cuando Eduardo y yo viajamos en avión, usamos ese tiempo para leer, escuchar podcasts, platicar, reflexionar, muchas actividades “productivas” con un beneficio y un objetivo. 

Esta vez, quise practicar la propuesta de mi libro nuevo, entonces empecé a dibujar. Sin expectativas, sin un objetivo en particular, sin música, solo mi libreta, mi marcador y yo. 

Estuve tan presente en esas dos horas de vuelo, se sintió como una meditación con los ojos abiertos. 

Cuando nos avisaron que estábamos por aterrizar, guardé mi kit de dibujo en mi mochila, y solamente puse atención a la increíble vista que todos amamos cuando vamos llegando a Los Cabos, montañas grandes, verdes, el mar, amplitud, naturaleza, casa. 

Cuando sin darme cuenta... ¡Llegó! ¡Oh noooo llegó la señora tristeza! Empecé a sentir... Esta sensación que hablé al principio, un nudo en la garganta que se extendía hasta mi pecho y luego volvía a subir hasta mis ojos, mi boca, y pues le permití llegar y me permití sentirla. 

Dejé que las lágrimas corrieran sobre mis mejillas, dejé que esa respiración cortita fluyera, dejé que fluyera mientras recordaba mis momentos favoritos del viaje, mientras veía la cara de mi hermano Dany, mientras nos veía caminando, riendo, platicando, comiendo, abrazándonos, y pensé wow! ¡Lo extrañaba tanto! ¡Lo extraño! 

La verdad fue una lección muy importante para mi, así que quise compartirla, porque siento que muchas veces vivimos una vida tan “ocupada” y para la conveniencia de nuestra mente, nos llenamos las agendas, de compromisos, tareas, obligaciones, distracciones, que olvidamos poner atención a nuestros sentimientos, y esas sensaciones pueden ser incluso cansancio, puede ser un momento de alegría y amor abrazando a nuestros seres amados, un amanecer, o recordar a alguien que extrañamos. Le huimos a todas las emociones, incluso a las placenteras. 

Me siento muy tranquila con mi tristeza, no sabía reconocerla, la confundía con frustración, o con ira, o tenía tanto miedo de sentirla que la seguía guardando ahí en el rinconcito. Y una vez que le permití llegar, fue muy liberador, la verdad SENTIR no está tan mal. Poco a poco a través de momentos de presencia me voy reconciliando y dándoles el espacio que se merecen a cada una de ellas (a las emociones).

Tal vez si encontramos algún ratito en el día que nos haga sentir presentes y sentar a nuestra “Susy” (Así se llama mi ego), ya sea dibujando, meditando, pasear a nuestras mascotas, cuidar el jardín, cocinar… tal vez le estamos abriendo la puerta a esas desconocidas roomies que viven con nosotros en nuestros cuerpos y en nuestras vidas, y aprendamos a vivir con ellas, a conocerlas, a reconocerlas y a amarlas.

Anterior
Anterior

Expectativas altas, el camino a la frustración.

Siguiente
Siguiente

TCA Epidemia Silenciosa: Cultura Enferma de belleza.