Día mundial de la salud
En palabras del biólogo molecular Carlos López-Otín “La salud es el silencio del cuerpo”. Parece ser que cuando algo fluye, lo hace en silencio.
Dedicamos pocos esfuerzos a estar bien, a cultivar la salud, porque nuestra visión sanitaria sigue apoyándose en un enfoque curativo y no preventivo.
Es verdad que hemos vivido bajo el paradigma de buscar la salud, en lugar de cultivarla. Hemos desconectado la sabiduría de nuestro cuerpo y lo percibimos como algo que nos pertenece, no como parte de quienes somos, también hemos crecido pensando y viviendo como si el cuerpo estuviera desconectado del alma.
Se habla mucho de salud, de consejos, de dietas, ejercicios, meditaciones, que la salud ha pasado a ser un concepto lleno de conceptos y ningún significado profundo, de que significa vivir en estados de salud.
Sabemos que la salud es ausencia de enfermedad, pero entonces ¿Qué es la enfermedad? ¿Para qué nos enfermamos
La salud está tan idealizada que ahora vivimos para conseguirla, seguimos sin querer hacer la mirada interior, eso que nos lleva a tomar decisiones, que se convierten en hábitos, pensamos que la salud nos la dará el doctor o el psicólogo y esta es una invitación a transformar el paradigma de la salud y la enfermedad para que veamos al doctor o al psicólogo o al nutricionista, entrenador, etc. Como espejos en los cuales nosotros podemos ver nuestro potencial, nuestra luz dorada, para que con la mirada de los acompañantes de la salud y bienestar podamos nosotros ampliar nuestra propia mirada, para que podamos ver más allá, el espectro completo de lo que requiere construir salud.
Sana quien se sana como bien lo plantea Gabriel Bertona en “El síntoma y su función” así como enseña quien aprende. Habla de un sanar juntos, es una cooperación para sanar de forma sistémica, sostener la vida en apoyo para nuestra propia evolución y una vez que de forma individual logramos ese impulso, impulsar a los demás, poner alas.
En el día mundial de la salud, propongo hacernos esta pregunta ¿Qué estamos haciendo para enfermarnos?
Sanar requiere de coraje, no solo hay que ser tenaces y confiar, también hay que ser valientes. Atreverse a transformar las creencias, los hábitos que nos desequilibran, las máscaras de quienes creemos que somos y nos aferramos, sanar requiere de voluntad y presencia, habitar incluso cuando hay dolor.
Sanar requiere de responsabilidad, si renunciamos a ella, renunciamos a nuestra libertad para crear y transformar las circunstancias que nos rodean.
La verdadera fuerza nace del esfuerzo, que en esencia es voluntad y entrega, si no te entregas es difícil lograr nuestro propósito, porque es fácil que la pereza, el aburrimiento, la resignación y la impaciencia nos ganen el juego.
Por último, para sanar, requerimos humildad, “aprender, y aprender de quienes saben”, una humildad que comienza por reconocer que somos una tierra difícil de cultivar como decía San Agustín, una tierra con semillas diversas y algunas hierbas malas, pero también flores y frutos, reconociendo que crecerá la semilla que reguemos.
Referencias:
Bertona, G. Curso "El Síntoma y su función" 2025.
Castellanos, Nazareth. El puente donde habitan las mariposas (Function). Kindle Edition.
Rovira, Álex. Los siete poderes (p. 88).
Hawkins, David R. (2018). Dejar ir: El Camino de la Liberación.